Porque no leía

Cuando era una niña, mis maestros nos enseñaron que debíamos leer los libros hasta el final. Ahora que casi estoy en mi vejez, me he dado cuenta de que esas normas ya no son relevantes para mí.

No sé si he madurado lo suficiente para darme cuenta de que lo que me enseñaron en la escuela ya no se aplica a mi vida, o si simplemente prefiero adquirir solo el conocimiento que realmente necesito. Esto implica que si me gusta solo una parte de un libro, solo leo lo que me interesa, dejando el resto atrás.

Después de hablar con algunas personas sobre este tema, me he dado cuenta de que a menudo experimentamos un fuerte sentimiento de culpa si no leemos un libro por completo. A veces, el libro se queda en una estantería sin tocar durante mucho tiempo, y ese sentimiento de no haberlo terminado se convierte en un recordatorio constante.

Parece que el libro se convierte en un símbolo de la culpa que nos inculcaron en la escuela cuando éramos niños. Esta culpabilidad no solo se refleja en la estantería, sino también en nuestra mente.

Nunca aprendí a liberarme de esa culpa, pero parece que no podemos avanzar si no la enfrentamos.

Lo que hice para librarme de esa culpa es darme cuenta de dos cosas importantes que a veces es difícil dejar atrás. La primera es que ya no estoy en la escuela y que tuve que reconectar con lo que la gente llama mi niña interior. La encontré sentada con un libro sin terminar, llorando porque no quería memorizar algo que no le gustaba. Me compadecí de ella y le di un libro que sabía que le iba a gustar. Ella tomó el libro y comenzó a leer sin dudarlo. La dejé con el libro y cuando volví un par de días después, estaba ansiosa por más conocimiento. Le dije que no tenía que leer el resto del libro que no le gustaba y que a partir de ese día, ella decidiría lo que quería saber, y yo le traería los libros que necesitará. Si encontraba algo en algún libro que no le gustaba, eso no sería un impedimento para que bloqueara lo que quería leer.

La segunda cosa importante es aplicar la compasión a este problema, lo que facilita enfrentarlo. El único motivo por el que mi crecimiento emocional estaba estancado era porque no sabía que la compasión existía.